Hoy, pensando en los difuntos, pedimos al Señor la paz para que la gente no se mate más en las guerras, víctimas del aborto y la eutanasia, el hambre, los migantes. Tantos inocentes muertos, tantos soldados que dejan allí su vida, y esto porque las guerras son siempre una derrota. Siempre.
Los fieles difuntos nos trae dos pensamientos: memoria y esperanza. La “memoria de los que nos han precedido, que han hecho su vida, que han terminado su vida”. Memoria de “tantas personas que nos han hecho bien, familiares, amigos, memoria también de aquellos que no hicieron tanto bien pero que en la misericordia de Dios fueron acogidos, la gran misericordia del Señor”.
“Esta es una memoria para mirar hacia adelante, para mirar nuestro camino, nuestro recorrido”.
Caminamos hacia el encuentro con el Señor. Debemos pedir la gracia de la esperanza… La esperanza cotidiana que nos lleva adelante, nos ayuda a resolver los problemas. Que el Señor acoja a todos. Y que el Señor también tenga piedad de nosotros y nos dé la esperanza, para seguir adelante y encontrarlos a todos juntos cuando nos llame.