90 años de vida, 64 de sacerdote, 40 de obispo, 25 en Tucumán y 10 de cardenal
“No le sacaría nada a mi vida, soy feliz, en todos los lugares me ha ido bien, tampoco le propondría nada. A cada lugar uno llega con limitaciones y da lo que puede en ese momento”
Ver a Monseñor Villalba moverse en su comunidad es ver a un sacerdote feliz con su vocación y con todas las energías físicas, mentales y espirituales de un joven. Se lo puede encontrar rezando dentro del templo, sentado en el confesionario, preparando el altar, en la puerta bendiciendo a todos. Nació en Buenos Aires el 11 de ocubre de 1934.
Aquí su testimonio de pastor con olor a oveja.
Estoy pasando un momento lindo de mi vida, ya al término. 90 años no son pocos, ya estoy retirado como arzobispo de Tucumán. Estoy viviendo en esta Iglesia con mi hermana mayor, atiendo la Comunidad de la Santa Cruz, la misa, las confesiones, los enfermos, la catequesis. Haciendo lo que se puede hacer limitado por los 90 años.
3 momentos importantes de sus 90 años
Son muchos: El primero muy importante fue los años que viví como superior en el Seminario cuando volví de estudiar en Roma porque me tocó comenzar con la nueva formación, el primer Introductorio del país y no sé si del mundo, fue en el año 68 a raíz del Vaticano II. El segundo fue los casi 11 años que pasé en la Parroquia Santa Rosa de Lima, uno de los momentos más lindos de mi vida. En Bs As entre Once y Congreso, una parroquia con mucho dinamismo. Tenía dos vicarios y dos sacerdotes que vivían con nosotros y colaboraban y un diácono. Fueron años intensos y al cumplir los 50 años del Comienzo de la Parroquia lo celebramos creando otra parroquia. El tercer momento aquí en Tucumán como arzobispo, las visitas pastorales, realizar el plan de pastoral, el desarrollo del Seminario.
Cuando decidí ser sacerdote mis padres se opusieron, mi padre no tanto, me respetó mi madre lloraba porque yo era el único varón y después con el tiempo felices, como sé que lo están ahora, lo mismo que vivo con mi hermana que está feliz de estar aquí.
El sínodo
Deseo y espero del sínodo que se acreciente cada vez más el aspecto misionero de la Iglesia. La Iglesia tiene que ser abierta, ir a la gente, salir de sí misma. La Iglesia es para todos. Quiero una Iglesia abierta, misionera, apostólica y de todos en donde tengan lugar, los laicos y las mujeres. El papa les está dando importancia pero falta caminar en ese sentido.
Respecto a la mujer deseamos que cada vez tenga más lugar en las decisiones de la Iglesia, no solo trabajando sino con más autoridad, por ej. en las diócesis era impensable que una mujer podría ser una canciller y hoy es lo más común y eso en otros espacios.
Quiero que los laicos tengan cada vez más espacio y lugar, como bien lo muestra en el sínodo.
Varios aniversario en uno
De todos los aniversarios celebro con más alegría el aniversario de sacerdote. Yo me ordené antes del Concilio y me mandaron a estudiar a Roma, allí estuve en la apertura del Concilio. Fue una gracia, estar con los obispos argentinos, con Monseñor Zazpe que predicó mi primera misa. Me acuerdo que la noche de la apertura, el 11 de octubre de 1960 una procesión de antorchas que terminó en San Pedro con una gran algarabía y ahí Juan XXIII les dijo a los presentes “cuando lleguen a sus casas denle una caricia a sus hijos y díganle que esta es la caricia del Papa” se salió de todos los esquemas. Viví muy bien el Concilio, fue un momento clave para mí porque fue en los inicios de mi sacerdocio.
Bergoglio / Francisco
Yo con Bergoglio no me conocía, él fue mi sucesor porque me desempeñaba como obispo auxiliar de Buenos Aires en la Vicaría de Flores y me nombran obispo de San Martín; entonces lo designan a Bergoglio en mi lugar. Lo conocí en su ordenación de obispo y de ahí comenzó un trato lindo y frecuente. Los 6 años en que Bergoglio fue presidente del Episcopado Argentino (2005-2011) yo fui su vicepresidente primero. Nos reuníamos todos los meses y nos hicimos amigos y después él me nombra cardenal. Me sorprende porque no me anuncia, él nunca avisa antes a los cardenales y lo anuncia en el Ángelus del domingo. Me enteré porque siempre veo el ángelus del Papa y ahí me entero y después me escribió diciéndome que le mande las medidas porque me regalaba la sotana, fue una carta con su “letrita”. Después estuve varias veces con él y con un abrazo nos entendemos.
A los tucumanos
Sean buenos cristianos, buenos hijos de Dios. Vivamos con fidelidad nuestra vocación cristiana comprometiéndonos en la tarea temporal para hacer una provincia más justa, más sana que salga de esta pobreza, que haya trabajo para todos especialmente que puedan vivir los jubilados, que haya alimento para los niños; Tucumán tienen más del 50% de pobres. A los cristianos tucumanos nos toca trabajar por una sociedad más justa.
¡Gracias Monseñor Villalba! Dios y su Madre lo bendigan